Cuento corto: «La niña que le gustaba el colegio»
Un pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros centros, a veces adaptado, otras inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a nuestro alumnos.
Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.
Esta semana vamos a ver lo impacientes que pueden llegar a ser los niños cuando quieren algo, pero lo quieren mucho , en la historia titulada:
“LA NIÑA QUE LE GUSTABA EL COLEGIO”
– ¡Papá, papá!, ¿es ya la hora de ir al colegio? – Preguntó, María Luisa, a las cinco de la mañana, dando unos golpecitos sobre el hombro de su padre. Y sin que este abriera los ojos, le respondió con una voz muy cansada y lenta: -No, hija no,… aún no es la hora de ir al colegio. Acuéstate y duérmete de nuevo, que ya te avisaremos cuando sea la hora.
– ¡Mamá, mamá!, ¿es ya la hora de ir al colegio? – Volvió a preguntar María Luisa, a las seis de la mañana, dando un besito en la mejilla de su madre. Y sin que esta abriera los ojos, le respondió con una voz muy cansada y lenta: -No, hija no,… aún no es la hora de ir al colegio. Acuéstate y duérmete de nuevo, que ya te avisaremos cuando sea la hora.
La niña volvió a su cama, pero no podía dormir ya que en su cabeza sólo veía a sus compañeros que ya habían llegado -antes que ella- al colegio y estaban haciendo unas actividades muy divertidas; mientras, la maestra les explicaba cómo debían hacerlo bien. Luego se los imaginaba en el patio del colegio, formando corros para jugar a “corre que te pillo”, “al escondite”, o “a la llevas tú” y, nuevamente, el nerviosismo y el deseo de estar en el colegio, la volvían a levantar de la cama, a acercarse a la de sus padres y decirles: – ¡Papá, mamá!, ¿es ya la hora de ir al colegio?…
De esta manera transcurrió toda la noche hasta que a las 8 de la mañana cuando María Luisa volvió a despertarlos, con cara de mucho sueño -por no haber podido descansar bien en toda la noche- se levantaron, se asearon, se vistieron, tomaron un sabroso desayuno y prepararon un pequeño bocadillo y una manzana para el recreo de su hijita María Luisa, la cual –impaciente- ya había guardado todas sus cosas en la cartera del colegio y esperaba junto a la puerta de casa.
Como el colegio no estaba muy lejos, iban andando todos los días, pero aquel día -al llegar- notaron algo extraño, ya que aún no había llegado nadie. Su papá con cara de extrañeza miró su reloj para comprobar que era la hora de entrada y le dio unos golpecitos para ver que no se había parado. En ese momento vio a Pedro, el vendedor de periódicos que abría su kiosco y le preguntó: – ¿Pedro qué pasa hoy que no han abierto aún las puertas del colegio? A lo que respondió: “Porque hoy es domingo…”
Esto os enseñará que por muchas, muchas ganas que tengáis de colegio, de aprender y de estar con vuestros amigos, también hay que disfrutar de los días de descanso.
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