Cuento corto: «Ayer te vi»
Un pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros centros, a veces adaptado, otras inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a nuestro alumnos.
Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.
En esta lectura trabamos el sentimiento de vergüenza y cómo este es absurdo en ocasiones. también podemos trabajar los saludos y normas de cortesía.
«AYER TE VI»
La Seño Lola estaba, en el supermercado del barrio, realizando la compra del sábado cuando de repente, entre las cajas de la fruta apareció Luis. – ¡Hola Seño! Dijo a la vez que le saludaba con la mano. – ¡Hola, Luis!, respondió la Seño Lola, acariciando tiernamente el pelo. A la mañana siguiente, nada más empezar la clase, Luis se acercó a la maestra y mirándola con grandes ojos le dijo: -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestó sonriendo: ¡Sí, sí, yo también te vi!.
Aquella tarde mientras la Seño Lola estaba leyendo un entretenido libro, sentada en un banco del parque, apurando los últimos rayos de sol, se acercó Juanjo,- un niño de su colegio -. – Seño, Paco no me deja jugar con ellos -. Cerrando el libro y apoyándolo sobre el banco del parque, la Seño se levantó cogió de la mano a Juanjo y al oído le susurro: – Vamos a ver si podemos convencer a Paco para que te deje jugar a ti también. Al día siguiente llegaron corriendo Paco y Juanjo hasta la Seño y gritaron: -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestó sonriendo: ¡Sí, sí, yo también os vi!.
En el colegio también se acercaban los niños mayores, que en otros cursos habían sido alumnos suyos, la saludaban y le decían: -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestaba sonriendo: ¡Sí, sí, yo también te vi! Por las tardes cuando salía a pasear por su pueblo veía a muchos de sus antiguos alumnos que ya habían acabado el colegio hacía mucho tiempo, y pensaba cosas como: – “¡Qué grande está Pedro!, se ha convertido en todo un hombretón!, – ¡Esa muchacha es María, era un encanto de pequeña y sigue siéndolo de mayor!… Lo curioso e inexplicable de aquellas niños ya mayores, era que cuando se cruzaban, ella sonreía y ellos bajaban la mirada tímidamente como si tuviesen vergüenza por algo.
Una tarde de verano se cruzó con Enrique, un niño al que le costó mucho que aprendiera y que hiciera las tareas del colegio. Ahora era un hombre muy elegante que trabajaba en la oficinas de una empresa en la ciudad y pensó: – ¡Qué granujilla y brutote era de pequeño y qué trabajito me costó que aprendiera los números!, y mira qué bien está ahora gracias a sus estudios universitarios.
Al día siguiente cuando empezaba un nuevo curso, mientras esperaba que llegaran todos sus nuevos alumnos, vio a Enrique que traía de la mano a su hijo Quique, lo dejó en su fila y cuando se iba sin decir nada, se dio la vuelta, sonrió a la Seño y le dijo -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestó sonriendo: ¡Sí, sí, yo también te vi!.
Autor: José Miguel de la Rosa Sánchez – Comprensión lectora: Silvia Asuero – Dibujo: Vladimir Zúñiga.
Este recurso se publicó originalmente y por primera vez, en actiludis.com el 07/11/2011
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