En una facultad de Medicina un profesor de anatomía le preguntó a un alumno que cuántos riñones tenemos. El alumno muy rápidamente le respondió con una sonrisa – ¡Cuatro!.

– ¿Cuatro?, replicó el profesor, arrogante, de esos que sienten placer en pisotear los errores de los alumnos.

– Que traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala -, le ordenó a su auxiliar.

– ¡Y para mí un cafecito! -, replicó el alumno al auxiliar del maestro.

El profesor, ante tal desfachatez, se enojó y pidió al alumno que abandonara la clase.  Éste agarró sus libros sin enojarse y cuando ya iba hacia la puerta para salir de la sala, se dio vuelta y con su eterna sonrisa dijo bien fuerte:

– Usted me preguntó que cuántos riñones «tenemos». Pues sepa que «tenemos» cuatro: dos míos y dos suyos. Porque «tenemos» es la primera persona plural del verbo tener – . Tras lo cual  le deseó que tuviese un buen provecho y disfrutase del «pasto».

La historia se le atribuye al humorista, periodista, político, senador y humanista brasileño, Aparicio Torelly Aporelly (1895-1971), más conocido en su patria como El Barón de Itararé.

Con esta anécdota nos muestra que la vida exige mucho más comprensión que conocimiento, que no basta con ser experto en un tema, sino también que hay saber expresarse con corrección y sobre todo que el conocimiento no da derecho a despreciar o subes timar a los demás…

Este contenido se publicó por primera vez en actiludis.com el 29/10/2010