El caso del vampiro vegetariano
Nueva lectura detectivescas gracias a Felipe Gutierrez profe de 5º curso del CEIP el Olivar de Rivas en Vaciamadrid (Madrid), y creador del blog “Rinconcitos de lectura“ y que gracias a Silvia Asuero se le ha añadido preguntas de comprensión lectora que además de trabajar la lectura ayuda a resolver el caso.
Puedes leerla desde el blog o descargar la lectura para imprimir. La solución al caso la debes descargar a parte de la lectura y al final tienes enlaces con más lecturas de detectives.
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Creí que ya había visto todo lo que tenía que ver en esta profesión tan arrastrada pero, mira por donde, tenía ante mí un caso sorprendente: Un vampiro sembraba el pánico en el distrito.
La niebla había caído sobre la ciudad como un vestido viejo. Las luces amarillentas de las farolas palidecían bajo una bruma sucia y pegajosa.
– Jefe, veo menos que un gato de escayola.
-Pues, abre bien los ojos, Ricky o te caerás en una alcantarilla.
Caminábamos mi ayudante y yo por las callejuelas del barrio en busca de una pista que echarnos a la cara. Todo estaba desierto.
-La gente anda un poco escamada con lo del vampiro. ¿Es verdad que deja a la gente seca como un bacalao?
-Ya será menos… hasta ahora sólo ha habido un par de declaraciones de gente borracha. Nada serio.
-¡Jefe! ¿Qué es aquello?
Una sombra alargada corría como un mal pensamiento por el puente de hierro que cruzaba sobre el ferrocarril.
-¡Sigámosle!
Subimos los escalones metálicos de dos en dos. Nuestros pasos tamborileaban sobre el puente como si se tratar de un xilófono. Cuando llegamos arriba vimos un bulto tirado sobre la chapa. Parecía un saco de patatas. Luego resultó ser un señor.
-¡Aún respira!
Seguí con la mirada a la sombra misteriosa. Había trepado por una escalera de emergencia y desde la azotea penetró en algún edificio de la manzana. Tal como indican los manuales del buen detective, reconocí el terreno, una vez que hube mandado a Ricky a por ayuda. El sujeto era un orondo hombre de mediana edad y presentaba un puntito de sangre en el cuello. Había sido de nuevo el vampiro. Revisé el suelo con ayuda de mi linterna. No había rastros de él salvo los restos de una manzana. La guardé en una bolsita de plástico para hacerla examinar más tarde. Podría ser de la víctima o… del vampiro.
– ¿Un vampiro vegetariano?
– ¿De qué se ríe, jefe?
– Cosas mías, Ricky. Quiero un plano de la ciudad y un informe forense de la herida del cuello.
Curiosamente la víctima comenzaba a espabilarse y canturreaba.
-¡Yo tenía una ovejita luceraaa!
-¡Menuda cogorza que tiene la víctima, señor Nomola!- dijo un sanitario.
Tomamos un taxi hacia la comisaría. Antes, recogí algo de comida de la pequeña Italia: sandwiches de crema de anchoa, un tarro de pepinillos, media pizza napolitana y un botellín de vino Cianti. La noche iba a ser larga.
El forense, calvo como casi todos los forenses, me explicaba:
– La herida es finísima y en un solo punto, como la que deja una aguja de inyectar y no la que dejaría un supuesto vampiro. La víctima presenta una intoxicación etílica, parece que de ginebra, y parece haber perdido bastante sangre.
– Tiene gracia, es igual que el caso de la semana pasada.
– ¿También perdió sangre?
– Sí, y agarró una melopea.
Comí lo poco que me dejó Ricky y salimos a la calle. Recorrimos decenas de bares y tabernuchas enseñando la foto del borrachín. Nadie le reconoció hasta que llegamos al bar “El Castañazo”.
-Sí, le recuerdo-, dijo el barman- Vino acompañado de un individuo extraño.
-¿Qué tenía de extraño?
-Vestía como un gran señor, como si fuera un conde o algo así.
-¿Como el Conde Drácula?
El camarero me miró serio y no contestó. Llamé por teléfono al laboratorio de la policía.
– ¿En qué punto estamos?, ¿Qué sabemos de la manzana?
– Está muy claro, la manzana no era de la víctima. Hemos comprobado la saliva y…
– Ya me lo imaginaba. En los otros casos siempre parecen peras, manzanas. Parece ser que el vampiro siempre toma fruta después de chupar la sangre. Será para quitarse el mal sabor de boca. ¿Y de lo otro que me dice?
– ¡Ah los dientes! La persona que mordió esa manzana tiene la dentadura bastante pocha, le faltan varias piezas.
Lo que me faltaba. Un vampiro vegetariano y encima sin dientes. Este barrio es ruinoso y cutre hasta para echarse vampiros.
De vuelta en la comisaría, alguien me había traído un plano de la calle por donde vimos perderse a la sombra. Aquello era una zona comercial con numerosos negocios. No sabía realmente qué buscar. Sólo trataba de que sonara la flauta por casualidad. Ricky leía en voz alta:
-Repuestos de automóvil, pajarería, tintorería, artículos de fumador, zapatería. Mire jefe, aquí hay algo interesante: Hay una frutería.
-¿Y qué tiene eso de interesante?
– Pues que al lado de la frutería hay nada menos que una clínica. Y además, al lado de ambas cosas… ¿Sabe que bar está?
– Ni idea.
– ¡El Castañazo!
Por primera vez en su vida Ricky me había ayudado en algo, aparte de comerse mi merienda. Allí estaba la solución del misterioso vampiro vegetariano, si bien no sabía aún de quién se trataba, ahora ya sabía el porqué les robaba casi medio litro de sangre.
Este contenido se publicó originalmente por primera vez en actiludis.com el 15/10/2014
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