Lecturas con misterio: «El parque de atracciones»

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Hace unos años preparé unas lecturas bajo el título general de «Tras la Pista«, en las que había que descubrir al culpable de un robo, asesinato, … y que tienen mucho éxito, como lecturas de comprensión lectora, entre el alumnado del 3er Ciclo de Primaria y la ESO. En esta ocasión voy a realizar lo mismo, pero dirigido al alumnado del 1er y 2º Ciclo, por lo que las historias tienen un desarrollo más sencillo, al objeto que junto a las preguntas de compresión, realizadas por Silvia Asuero, puedan descubrir el misterio que se les plantea. Al final del artículo dispones de la lectura para imprimir con las preguntas de comprensión y la solución al misterio.

«EL PARQUE DE ATRACCIONES»

     Hacía mucho tiempo desde la última vez que toda la familia al completo íbamos a divertimos juntos y en aquella ocasión elegimos el parque de atracciones. Mi mujer y yo nos vestimos como turistas en nuestra propia ciudad, y mis tres hijos: Pepe, Luis y Carlos como un día normal, con lo que parecíamos una familia un tanto peculiar.

     Elegimos un día esplendido, de esos que el sol brilla pero no quema, pero nada más pasar al parque, ya me había dejado las gafas de sol encima de la taquilla al comprar las entradas; volviendo mi hijo Carlos a por ellas. – Un despiste lo tiene cualquiera-, les dije, y nos pusimos a estudiar el mapa del parque para organizarnos y no dejarnos ni una atracción sin probar.

     Los primeros cacharros a los que nos subimos, fueron los de las emociones fuertes: como la caída libre desde 68 metros de altura, el Ciclón que a la vez giraba, subía y bajaba; la montaña rusa de un sólo raíl que nos llevó a alcanzar una velocidad 85 kilómetros por hora a la vez que giraba y giraba poniéndonos varias veces boca abajo. De modo que -cuando acabamos nuestra primera descarga de adrenalina- hicimos una parada para descansar unos minutos en un banco, donde me volví a dejar las gafas de sol -al quitármelas para echarme agua en la cara y refrescarme- . Menos mal que mi hijo Pepe se dio cuenta y volvió a por ellas, aunque aquello ya empezó a convertirse en motivo de burlas y risas para mi querida familia, sobre mi mala cabeza.

     La siguiente ruta la dedicamos a las atracciones de agua, donde logré salir seco de la montaña rusa de troncos con caídas de hasta 17 metros de altura, así como de las balsas neumáticas que nos llevaron por un río de rápidos, hasta que nos subimos en una gran barcaza que nos arrojó por una catarata que me dejó la camisa empapada. En ese momento aprovechamos para ir al baño, donde cada uno pudo vaciar sus vejigas, ya que Luis llevaba un rato deseando llegar a un servicio para minusválidos. Ahí me quité la camisa y durante un rato la puse bajo el secador -que me la dejó como unos minutos antes-. Al salir, me esperaban: Luis, Carlos y su madre, la cual al ver a Pepe detrás mía, lo mandó de nuevo al servicio para que se lavara las manos.

     El día siguió de atracción en atracción, hasta que -sentados en un terraza a la espera de la cena- nos percatamos de que habíamos perdido la cuenta de las atracciones en las que nos habíamos subido. Fue entonces cuando eché en falta mis gafas de sol. ¡Las había vuelto a perder!, lo cual provocó, nuevamente, la risa de todos a la vez que me llamaban: calamidad, distraído, despistado y otras tantas palabrejas más… Hasta que en sus sonrisas descubrí que uno de ellos tenía mis gafas, lo cual aproveché para dejarlos con la boca abierta, ya que les dije quién las tenía escondidas y dónde las había encontrado.

¿Cómo pude descubrirlo sin equivocarme en ninguna de mis previsiones?.

Texto: José Miguel de la Rosa Sánchez, Comprensión lectora: Silvia Asuero. Dibujos: Phillip Martín

Este contenido se publicó por primera vez en actiludis.com el 18/11/2012

SOLUCIÓN:

Para ver la solución haz clic y arrastra el ratón hacia abajo

Las perdió en los aseos cuando se quitó la camisa para secarla, y el único que pudo haberlas encontrar era Pepe, ya que la madre entraría en el servicio de señoras, Luis en el de minusválidos, y sólo entraron en el de caballeros el Padre, Carlos y Pepe, siendo este último el que volvió a entrar para lavarse las manos, momento en el que encontró al gafas junto al secador.

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