Construcción del razonamiento matemático

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El desarrollo de una metodología de cálculo tan nueva y que sorprende por sus resultados genera un gran número de situaciones curiosas. Muchas de estas anécdotas las cuento en los cursos de formación ya que ilustran muy bien los cambios que supone esta metodología con respecto a otras.

En este primer recuerdo anecdótico narro la que me sucedió en el mes de septiembre del curso 2011/12 en clase de 2º de Primaria. Aquí se dió, lo que con posterioridad pude observar en más ocasiones, cómo asentadas las bases del método ABN el alumnado llega a construir razonadamente  nuevos conocimientos. Frente a esta situación recuerdo cuando trabajando el método tradicional me decian, como alumno, que teníamos que razonar, o cuando, ya de maestro, veía que el alumnado sólo era capaz de reproducir sin tener capacidad de crear nada nuevo.

Aquella mañana de septiembre estabamos repasando las descomposiciones que habían aprendido el curso pasado y les pedía que hicieran cinco descomposiciones de un número de tres cifras, pongamos por caso el 326.

Tras un breve momento empezaron a lloverme las libretas para corregir y cuando llegó el turno de José Carlos en su libreta había escrito entre sus propuestas una similar a 2C 7D y 56U. En un primer momento y ante el adelanto de lo que aún no les había enseñado, me dejó perplejo. Intenté que me explicara lo que había hecho, pero su vocabulario de 7 años cumplidos no daba para más. Lo curioso es que a nuestro alrededor se agolpaban unos ocho alumnos, a los que llamo en los curso de formación como aquellos que nacen con el chip matemático puesto, que empezaron a comentar: «ah, bueno eso es fácil», mientras el resto de la clase desde sus sillas observaban con curiosidad lo que estaba pasando.

Para retar y comprobar si ese «ah, bueno eso es fácil» era una brabuconada o no, les propuse en la pizarra otra similar, a lo cual cada uno respondió con una propuesta correcta y diferente en cada caso. Pero ese mismo día, en el aula de sexto de Primaria del método tradicional les propuse que descompusieran ese mismo número y tras explicarle lo que debían hacer, ninguno fue capaz de hacerlo. Les diferenciaban cuatro cursos escolares y algo muy, muy importante; unos sabía que lo que estaban haciendo y los otros no sabían para qué se descomponen los números.

Desde aquel día en mi clase de segundo y  tras explicar de qué se trataba al resto que aún no lo vieron, este tipo de descomposición en «encabalgamiento» pasó a ser una de las descomposición estrella que no faltaba en casi todas las libretas de mis alumnos. Aún lo cuento y me emociono.

Para los que no conocen el método ABN lo que he contado puede ser que no se entienda, por ello lo explico a continuación. Sin embargo no debe olvidarse que este razonamiento lo hicieron alumnos de 7 años… simplemente razonando.

1.- El número 326 tiene como descomposición más sencilla 3C 2D y 6 U

2.- José Carlos lo que hizo fue lo que llamamos en ABN «descomposición en encabalgamiento» que consiste en coger de un orden de unidades y repartir entre varios. En este caso cogió 1C de las 3C que tiene el número.

3.- La centena que tomó, la partió en dos mitades, una con 50U las sumó a la cifra de unidades que tiene el número, es decir 50 + 6 = 56U

4.- La otra mitad de esa centena, es decir las otras 50U las pasó a decenas (5D) y las sumó con la cifra de la decenas del número. 5D + 2D = 7 D

5.- Y la descomposición que presentó fue 2C 7D y 56U, hay muchas más, pero esas las dejo de ejercicio para vosotros.

Por esto y otras muchas cosas más, no hay color entre el método ABN y otros que no enseñan… adiestran.

IMAGEN: «José Carlos en un circuito de la DGT»

Comprobando que el nivel del líquido de frenos de sus zapatillas es el óptimo.

 

 

 

 

 

 

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