Cuento corto: «Robín Robot»

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Un pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros centros, a veces adaptado, otras inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a nuestro alumnos.

Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.

En el cuento de hoy se muestra que ocurre si nos creemos tan perfectos que esperamos que todo ocurra a nuestro alrededor. Esta situación la podemos ver en el futuro, donde un robot llega a la escuela con su inteligencia y perfección. Pero mientras llega ese futuro, hay niños que pueden creerse perfectos hoy en día.

“ROBÍN ROBOT”

La historia que te vamos a contar ocurre en el futuro, en un colegio del año dos mil cincuenta. En una clase a la que, por los años que aún faltan, podrían ir tus propios hijos. En ese colegio había una clase de Primero a la que acudía un robot de 7 años de edad al que todos llamaban “Robín Robot”.

Si no fuera porque estaba hecho de chapa y tornillos de aluminio, mezclados con cables eléctricos y chip de silicio, y que -a la hora del recreo para reponer fuerzas- en lugar de un buen bocadillo, se cambiaba una batería que llevaba en la parte trasera y bebía un zumo de aceite para engrasar sus articulaciones mecánicas; en todo lo demás, era como el resto de los niños y niñas del colegio. Tanto es así que tenía su propio asiento en clase, hacía los deberes al igual que todos y, de vez en cuando, faltaba a clase; no porque se pusiese malito de la garganta, sino porque tenía que pasar la ITR (Inspección Técnica de Robots).

En clase siempre quería salir a la pizarra, era el primero en responder las preguntas de su maestra, no dejaba posibilidad de participar a sus compañeros y los problemas y cuentas de Matemáticas no tenían secreto para él. En Lengua, corregía a la maestra cuando ésta se equivocaba (ya que los maestros -al igual que todos los humanos- también se equivocan). A los ojos de sus compañeros de carne y hueso, parecía que lo sabía todo, o al menos lo aprendía muy rápido; por lo que sabían que las mejores notas serían siempre las suyas.

En el patio del recreo era todo un problema, pues se enfadaba mucho si no se respetaban a rajatabla las reglas de los juegos; cualquier cosilla que pasara, era interpretada como si se hubiese cometido “una falta grave al reglamento del juego” y si no estaba claro, enseguida se inventaba una nueva regla que todos debían aceptar, por lo cual era imposible terminar ningún juego.

Como decíamos al principio, si no fuera por su aspecto externo, podría ser como un niño cualquiera y aunque os parezca que no, hoy en día hay en muchos colegios, niños y niñas de carne y hueso que son como Robín Robot. Niños que no dejan participar a sus compañeros, que quieren ser los que hablen siempre y cuenten sus historias, quienes ponen sus propias reglas para que jueguen los demás… y así muchas cosas más. Por ello, pensad en Robín si no queréis terminar siendo “un pequeño Robot de hojalata”.

Autor: José Miguel de la Rosa Sánchez – Comprensión lectora: Silvia Asuero. Dibujo: Vladimir Zúñiga

 

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