Cuento corto: «Cabeza hueca»

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Un pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros centrosa veces adaptado, otras inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a nuestro alumnos.

Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.

En esta lectura trabajamos la importancia de estar atento o no, y de cómo se nos escapan cosas importantes que más tarden pueden ser de importancia conocer.

Había una vez en una clase de un colegio de un país muy, muy cercano, un niño que se quedaba embobado cuando el maestro explicaba en clase. Siempre tenía algo distinto en la cabeza que le hacía distraerse de lo que los demás compañeros estaban aprendiendo en ese momento. Y el problema no era que se perdiera los nuevos conocimientos, sino que dentro de su cabeza sucedía algo extraño que nadie sabía, ni siquiera él mismo, y si lo hubiera podido saber seguramente se le habría perdido, ya que su cabeza la tendría en cualquier otro sitio menos en donde debería haber estado atendiendo. Los pocos conocimientos que tenía en su cabeza se iban borrando porque no tenían donde agarrarse unos con otros, por lo que -poco a poco- se iba quedando vacía, sin que él se diese cuenta.

Curiosamente cuando explicaron en clase quién era Cristóbal Colón, en esos precisos e interesantísimos momentos Ricardo -que así era como se llamaba el protagonista de esta historia- estaba pensando en un partido de ping pong que había jugado el día anterior, de manera que lo único que tenía en su cabeza era una pequeñita bola de ping pong rebotando de un lado a otro de las paredes de su cerebro. Y mientras tanto, lo único que sabía de ese tal Cristóbal era que descubrió no se qué cosa y que lo mandaron a buscarlo unos Reyes que luego los hicieron santos o algo parecido.

Con lo que más se distraía era con las moscas. Era entrar una por la puerta o por una ventana de la clase y él la veía en un segundo, persiguiéndola con la vista por toda la clase; a la misma vez que el maestro explicaba “no sé que cosa sobre los números”. De pronto, la mosca estaba en el cogote de su amigo Luis, luego se posaba encima de la porretona nariz del maestro, que de un manotazo la volvía a poner en vuelo. Entre tanto, dentro de su cabeza, la mosca esquivaba la pelota de ping pong que seguía rebotando incansablemente de un sitio para otro, ya que no había nada que la apartase de su camino, ni siquiera la nueva inquilina que con su habitual habilidad seguían revoloteando de un sitio a otros de la habita… “¡¡¡ ZAS!!!” sonó un fuerte golpe dentro de su cabeza. Y la pobre mosca cayó al suelo de un manotazo en el cogote de Luis, que harto de su molesta compañía acabó con ella.

Pero Ricardo no había sido siempre así. De pequeño cuando estaba en la clase de Infantil su “Seño” le enseñó una preciosa poesía que él recordaba y le gustaba recitar, decía así:Oculta en el corazón de una pequeña semilla, bajo la tierra, una planta, en profunda paz dormía. ¡Despierta!,… ¡Despierta!…, ¡Ricardo! ¡Despierta! -le dijo su maestro- ¿Otra vez estás soñando y pensando en las musarañas en lugar de estar atendiendo en clase?…¡¡ Así nunca vas a aprender nada!!

Autor: José Miguel de la Rosa Sánchez – Comprensión lectora: Silvia Asuero.

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