Cuento corto: «Ayer te vi»
Un pequeño cuento con alguna enseñanza en valores o cualquier otra circunstancia de la vida de nuestros centros, a veces adaptado, otras inventado, y siempre ambientado en la escuela para hacerlo más cercano a nuestro alumnos.
Al final está disponible la lectura para imprimir, con preguntas y actividades de comprensión lectora.
En esta lectura trabamos el sentimiento de vergüenza y cómo este es absurdo en ocasiones. también podemos trabajar los saludos y normas de cortesía.
![maestra color](https://www.actiludis.com/wp-content/uploads/2011/11/maestra-color.png)
«AYER TE VI»
La Seño Lola estaba, en el supermercado del barrio, realizando la compra del sábado cuando de repente, entre las cajas de la fruta apareció Luis. – ¡Hola Seño! Dijo a la vez que le saludaba con la mano. – ¡Hola, Luis!, respondió la Seño Lola, acariciando tiernamente el pelo. A la mañana siguiente, nada más empezar la clase, Luis se acercó a la maestra y mirándola con grandes ojos le dijo: -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestó sonriendo: ¡Sí, sí, yo también te vi!.
Aquella tarde mientras la Seño Lola estaba leyendo un entretenido libro, sentada en un banco del parque, apurando los últimos rayos de sol, se acercó Juanjo,- un niño de su colegio -. – Seño, Paco no me deja jugar con ellos -. Cerrando el libro y apoyándolo sobre el banco del parque, la Seño se levantó cogió de la mano a Juanjo y al oído le susurro: – Vamos a ver si podemos convencer a Paco para que te deje jugar a ti también. Al día siguiente llegaron corriendo Paco y Juanjo hasta la Seño y gritaron: -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestó sonriendo: ¡Sí, sí, yo también os vi!.
En el colegio también se acercaban los niños mayores, que en otros cursos habían sido alumnos suyos, la saludaban y le decían: -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestaba sonriendo: ¡Sí, sí, yo también te vi! Por las tardes cuando salía a pasear por su pueblo veía a muchos de sus antiguos alumnos que ya habían acabado el colegio hacía mucho tiempo, y pensaba cosas como: – “¡Qué grande está Pedro!, se ha convertido en todo un hombretón!, – ¡Esa muchacha es María, era un encanto de pequeña y sigue siéndolo de mayor!… Lo curioso e inexplicable de aquellas niños ya mayores, era que cuando se cruzaban, ella sonreía y ellos bajaban la mirada tímidamente como si tuviesen vergüenza por algo.
Una tarde de verano se cruzó con Enrique, un niño al que le costó mucho que aprendiera y que hiciera las tareas del colegio. Ahora era un hombre muy elegante que trabajaba en la oficinas de una empresa en la ciudad y pensó: – ¡Qué granujilla y brutote era de pequeño y qué trabajito me costó que aprendiera los números!, y mira qué bien está ahora gracias a sus estudios universitarios.
Al día siguiente cuando empezaba un nuevo curso, mientras esperaba que llegaran todos sus nuevos alumnos, vio a Enrique que traía de la mano a su hijo Quique, lo dejó en su fila y cuando se iba sin decir nada, se dio la vuelta, sonrió a la Seño y le dijo -¡Ayer te vi!, a lo que la Seño rápidamente contestó sonriendo: ¡Sí, sí, yo también te vi!.
Autor: José Miguel de la Rosa Sánchez – Comprensión lectora: Silvia Asuero – Dibujo: Vladimir Zúñiga.
Este recurso se publicó originalmente y por primera vez, en actiludis.com el 07/11/2011
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